lunes, marzo 09, 2009

Tania

Tania como siempre se levanta bien temprano. Cómo le gustan las cosas bonitas y bien ordenadas en su apartamento!

Aunque en realidad, no puede decirse que hubiera quien desordenara algo en casa, pues desde hacia tiempo, ya Tania se ha quedado sola en su pequeño hogar.

Su hijo Sebastián se había ido hacia un año con su novia de siempre a Canadá. Y tantos años lo planearon! : Aprender el idioma, conseguir la Visa, casarse. Tania fue participe de todo ello y ayudó en todo lo que pudo, aunque sentía su corazón sangrar de pena sabiendo que pasaría mucho antes de que pudiera ver de nuevo a su único hijo, o peor, tal vez no le volvería a ver ya nunca más y moriría esperando su reencuentro.

Sin embargo, su hijo Sebastián no la olvidaba: la llamaba siempre que podía, cada 15 días o una vez al mes. Tania entendía que él necesitaba guardar dinero porque la vida en Canadá no es nada barata. Eran muchos los sacrificios que debía hacer para logar tener un hogar propio, y quien sabe, tal vez algún día se cumpliera su sueño mas preciado y Sebastián pudiera llevarla allá… tal vez Tania no tendría que morir sola en Caracas o pasar en soledad los peores achaques de la vejez.

Mientras tanto, Tania seguía su rutina: levantarse tempranito, hacer una arepa suspirando de pena al recordar cuanto le gustaban a Sebastián y como le decía que las extrañaba cuando la llamaba y conversaban.

Tania salía bien temprano al mercado que ponían en la calle, donde las hortalizas eran económicas y frescas, o sino iba al Mercal que estaba a 3 cuadras, a ver si conseguía harina de maíz, o azúcar, o café, o lo que estuviera de moda en la semana para estar en escasez, y luego de volver de las compras, se afanaba en preparar un almuerzo liviano y en limpiar a fondo el apartamento hasta que llegaba la hora de arreglarse para salir a trabajar.

Tania siempre ponía mucho esmero en su presencia: su ropa, tal vez no nueva y a la moda, pero si muy limpia y bien combinada, su maquillaje que nunca faltaba. Siempre se arreglaba lo más elegante que podía con su sencilla vestimenta informal, aunque sabía que eso no facilitaba mucho las cosas en su trabajo de la actualidad.

Tania llegaba siempre temprano al supermercado, y aunque siempre afloraba a su mente ese pensamiento de que jamás se habría imaginado realizando semejante trabajo, le agradecía al cielo que la hubieran aceptado en aquel lugar. Todo el mundo sabe lo difícil que es para una persona de su edad conseguir trabajo, así que Tania reprimía sus pensamientos negativos con un “Gracias a Dios por todo” y se ponía puntual en la caja 3 del súper, con su potecito de plástico para las monedas bien acomodado en un rinconcito al final de la barra.

Tania sabia que la gente siempre se sorprendía cuando le tocaba pagar y se daban cuenta de lo que ella hacía. Ciertamente, empaquetar bolsas en un supermercado es un trabajo para chicos (y ahora también chicas), que suelen ser ágiles y fuertes, que pueden ayudarte a cargar el carrito de la compras hasta el carro, o hasta tu casa si se da el caso por una buena propina.

Pero Tania se encargaba de empaquetar las bolsas de los clientes de la caja número 3, y no tenia que cargar bolsas pues siendo una de las llamadas “rápidas”, solo se permitía a los clientes pagar hasta 10 artículos, así que nadie necesitaba que le ayudaran a cargar las bolsas como en el resto de las cajas.

Pero ver a una señora de alrededor de 60 años, o de algo más, de postura digna y pulcra, maquillada y bien derecha esperando que la cajera registre los artículos para echarlos en las bolsas, siempre impresionaba de alguna manera a los clientes de la Caja Rápida.

Tania ya se había acostumbrado a esto. También a que algunas personas no le dieran nada y se fueran luego de verla con el rostro lleno de incomprensión, otros no le daban nada y se iban con pena porque no les quedaba nada para dejarle y se imaginaban de seguro que la pobre señora debía de estar pasando necesidades, mientras que siempre había otros que le sonreían con respeto y le daban lo justo, o hasta un poco más, o de hecho, rebuscaban apresurados en sus monederos y carteras tratando de conseguir sencillo para darle a la “pobre” Señora. Ellas les atendía a todos por igual, sonriente y tratando de hacer como siempre muy bien su trabajo, olvidándose del dolor de sus pies, de los calambres de sus manos y de la sed que la embargaba.

De vez en cuando, Tania contaba las monedas de su potecito de plástico, sacando cuentas en su mente, calculando de que si con lo de la jornada le alcanzaría para llevar un pollo o un pedazo de queso blanco, o al menos un paquete de frijoles y otro paquete de arroz.

Pero siempre cuidaba de hacerlo rápido sin entorpecer el flujo de los clientes, y sin que los muchachitos recelosos del súper la vieran, pues eran ellos los que menos entendían que esa “vieja” trabajara de empaquetadora y les quitara una caja a los chicos como ellos. Tania siempre temía que alguna vez le robaran su potecito de plástico con las monedas que tanto le costaba reunir en algún descuido.

Tania empaquetaba y pensaba en su futuro incierto, qué le esperaría dentro de uno o dos años? Viajaría como era su sueño a Canadá, y lo que era mas importante, a reencontrarse con su hijo? Tendría que vender el apartamento por no tener ya dinero con que vivir para mudarse a alguna habitación de alquiler donde quisieran aceptar una vieja como ella? O moriría de pena o de enfermedad antes de todo eso que la preocupaba?

Tania no sabía. Su futuro era incierto y eso la atemorizaba tanto. Pero Tania no dejaría que eso la doblegara aun: seguiría mostrándose erguida, arreglada, sonriente y eficaz, y le plantaría la cara a lo que viniera. Y tan maquillada y elegante como fuera posible.

5 comentarios:

Rosa dijo...

¡Que valiente Tania!... no llora por los rincones ni se lamenta de su suerte. Y sigue trabajando con la misma pulcritud y dignidad como debió hacerlo hace mucho tiempo.
Ojalá Sebastián pueda llevarsela con él a Cánada... Tania, en verdad te lo deseo.

Strawberry Roan dijo...

Yo, lo que me pregunto es si Tania quiere ir realmente a Canadá... Caracas y cualquier ciudad de Canadá son muy diferentes. Me pregunto si Tania sería feliz allí, por mucho que estuviera con su hijo (y su nuera, no lo olvidemos). Aprender el idioma, seguir otras costumbres, el frío en invierno y, sobretodo, que no tendría un trabajo mejor que el que tiene en Caracas, a no ser que la mantuviera su hijo (si es que tiene un buen trabajo allá). Qué dificil, la vida...
De todas maneras, le deseo lo mejor a todas las Tanias del mundo.

Dalia dijo...

Rosa, en realidad la Tania de este cuento, que aunque es ficticia esta basada en alguien de la vida real, siempre trabajó con dignidad y pulcritud en su vida, sino no hubiera podido mantener a Sebastian sola. Solo que ya no puede ser secretaria, vendedora, ni otra cosa porque a su edad ya no le dan empleo, no se le considera util por ser "vieja".

Strawberry, ir a Canada para Tania es su unico sueño, no por Canada sino por su hijo que esta alla. Si su hijo estuviera en Egipto para alla quisiera irse Tania.

En Venezuela, hay cientos, tal vez miles de Tanias cuyos hijos han tenido que emigrar por la situacion del pais y que ahora estan solas, deprimidad, soñando con hijos y nietos que de seguro nunca veran con sus ojos, y que son olvidadas muchas veces por sus hijos una vez logran irse a un pais mejor y distinto.

pon dijo...

Retrato de mujer: Tania.
Autora: Dalia.



Un placer reencontrar los óleos que pintas de mujeres luchadoras y buenas. Me encantan estos relatos tuyos.
Un beso grande.

Dalia dijo...

muchas gracias Pon, me alegra mucho que te gustara ya que yo disfruto tanto de tus escritos.