En diciembre, en medio de la tragedia griega en que me sentía incluida luego de las elecciones, recibí una muy grata noticia que me alegró el corazón: había una montañera más en Caracas a parte de mi persona: la linda, amable y querida Tesalia.
Yo estaba más que resignada a que era la única persona en este país que sentía un cariño inmenso por Brokeback, por lo cual, aunque me averguence confesarlo, sentí temor de que fuera alguien con intenciones de "mamar gallo" (lease hacer chiste de la situación, como decimos los venezolanos), no porque siempre sea una persona desconfiada, sino porque sé cómo mis compatriotas son capaces de burlarse y/o ridiculizar lo que no entienden o comparten.
Luego de tener el gusto de "conversar" con ella por emails, por celular y mensajes de texto, me sentía más que dichosa de saber que contaba con una amiga más de la montaña, pero esta vez la tenía cerquita, en mi misma ciudad, con mi mismo acento y tan emocionada como yo por la idea de vernos y conversar largo y tendido sobre nuestro mundo Brokeback.
En lo que quedaba de diciembre se nos hizo imposible vernos, las fiestas navideñas, mis viajes a mi pueblo, y los compromisos comunes en estas fechas, nos impidieron coincidir un día. Pero sin embargo, no me preocupaba porque sabía que cuando nos vieramos sería en el momento y en el lugar "perfectos" y que a veces lo bueno se hace esperar.
Este mes, había intentado contactarla pero no había tenido éxito, pero por fin el lunes en la tarde recibí una llamada de Tesalia, y quería que nos vieramos esa tarde. Y como siempre, había algo atravesado en el camino: yo había salido desde la mañana de mi trabajo enferma del estómago y ella tampoco se sentía del todo bien, pero sin embargo, quería que nos encontráramos.
Sobra decir que acepté, que apenas podía con la emoción y los nervios, salí a esperarla incluso con miedo de no reconocerla cuando la viera en medio del montón de gente que estaría en la entrada del Centro Comercial.
Afortunadamente, ella me encontró primero a mi, nos abrazamos con esa emoción que apenas nos permite creer las cosas, reímos nerviosas, pero al vernos a los ojos nos reconocimos: dos montañeras de Caracas.
Por supuesto, nos fuimos a un sitio donde pudieramos hablar, hablar, y hablar... horas y horas... y beber y beber... no seríamos de la montaña sino pudieramos disfrutar (y aguantar) algo de alcohol... y reimos, abrimos nuestras almas, brindamos por todos ustedes, los que se encontraron y los que no pudimos ir, por Brokeback, por Ennis y Jack...
Y al final, nos separamos con una sonrisa.. con la promesa de que se volvería a repetir... y agradecidas de todo los que nos ha traído el darnos la oportunidad de amar lo que está más allá de lo tangible, lo lógico y lo común...
Gracias Tesalia, desde el fondo de mi corazón, gracias por ser tu misma, por tu amistad y tus sonrisas, te quiero mucho, como sé que me quieres a mi.
Tesalia y Dalia, 6 horas después de charla, risas, lágrimas y cerveza