El frío de la mañana me hace estremecerme, pero no es una sensación desagradable sino más bien harto conocida, me acerco al tronco cerca de la fogata y me siento con placentera pereza, me arropo más fuertemente con la frazada que cubre mis hombros, sonrío mirando el vapor que produce mi respiración, recuerdo que es algo que siempre me gustó ver y me alegro al redescubrir las memorias de viejas navidades perdidas en los años de mi infancia.
Mientras tanto, él se mueve por ahí con las diarias faenas del desayuno, busca la vieja cafetera y la llena con la helada agua del río, y busca unos duros panecillos que quedaron del día anterior, comprobando que se pueden comer aún, con un poco de la mermelada de frambuesa que tanto le gusta a su compañero.
Me mira de reojo dándose cuenta de que he llegado, pero mi presencia no le sorprende, igual que no lo haría la de un cervatillo ó la de un alce, que se acerca inofensiva y curiosamente a su hogar temporal. Aunque le resulte un poco molesto, es ahora habitual para él recibir visitas de extraños amables, que lo miran cariñosamente y que la mayoría de las veces no dicen nada, solo se regodean de placer cerca del fuego, con la vista de la montaña y con su compañía silenciosa.
Viendo el placer con que acerco mis manos al fuego para calentarlas, me acerca silencioso una taza de café negro y aromático, yo la tomo con el mismo gusto con que aceptaría un néctar de los dioses, pero nada le digo, solo sonrío tímidamente a modo de agradecimiento y continúo mirando el fuego feliz por estar allí, tomando un sorbo de la bebida que calienta mi cuerpo y me llena de vida.
Sé que mi presencia no durará mucho, que ya me encuentro en el mundo etéreo entre el sueño y la realidad, y que muy pronto el televisor se encenderá y que la magia se habrá acabado, así que resisto el deseo de seguir mirándolo en silencio disimuladamente un rato más y cumplo con mi intención al venir aquí:
A mi lado está el ramo, de pálidos pétalos amarillos y noto que rápidamente van cambiando de color: a medida que el día va creciendo y llenándose de brillo, pasa a volverse un grupo de pequeños soles que lanzan destellos dorados.
Lo tomo en mi mano y él lo ve, curioso y poco extrañado al no haber visto nunca unas flores tan grandes y llamativas, con mucha vergüenza muy mal disimulada, las extiendo hacia él con una sonrisa y lo sorprendo más aún:
-“They are for both of you” – le digo, y no me extraña que sea en su idioma pues sé que no entendería el mío.
El las acepta no sin extrañeza y las mira un poco fascinado, luego dirige a mí su mirada llena de paz y asiente en señal de agradecimiento. Es el mayor regalo que yo podría haber recibido.
Ya estoy casi despierta, así que me desvanezco de su lado con una sonrisa, pero a él poco le importa o lo inquieta pues ya es algo natural.
Mientras yo abro los ojos y me levanto refunfuñando de mi cama, olvidando por un momento el calor de la hoguera y su hermosa mirada, él mira como llega su compañero a todo galope, y apenas desmonta, le muestra el inusual ramo que le arranca varias sonrisas tan hermosas que opacan el sol.
Ya en la ducha, vuelven los recuerdos y doy las gracias por este regalo de la vida, me hago la promesa escribirlos para hacerlos eternos.
Yo me dirijo al trabajo en un autobús atestado de extraños. Ellos comparten un desayuno, un ramo de girasoles y un amor eterno, en una fría y brillante montaña, en una mañana de una primavera eterna.
Un lugar para colocar lo que me gusta, ser yo misma, en lo que creo, lo que me da emoción, lo que está en mi mente y en mi corazón.
miércoles, noviembre 15, 2006
Por la Mañana
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17 comentarios:
No sé qué decir, porque lo he vivido y ahora vuelto a vivir...qué maravilloso momento...¡y les has dejado tus girasoles!...¿no es el frío más maravilloso que hayas sentido en tu vida?...¿no tiene ahora el frío otro significado para ti???...
Gracias por compartir tan conmovedora experiencia, besos mi Dalia...
Nada y todo...tan simple y complejo como eso.
Ro
Ay, y que lo digas Dalia, menudo regaloooooo.... Un beso.
Ay niña, ay ay ay ayyyyyyy....que me llevas otra vez allí!!!!!
La clase de sueño del que no se debería despertar.
Un viaje a la belleza.
Afortunada tú, Dalia.
Que ya regreso tú unicornio, que bueno amiga.
Y un ramo de girasoles para nuestros vaqueros, y ver su sonrisa brillar frente a la hoguera. Un viaje a la imaginación, al mundo de los sueños, pero un viaje placentero al fin.
Que bueno es recordarlos, pero así, alegres, sonriendo.
...Pero aun no despertarme
dejadme en paz en mis sueños.
Dejadme vivir soñando, dejadme...
Caray, niña, sí no es por Pon, que te había puesto en sus link como "El cine de Dalia", ni cuenta me daba de lo que me estaba perdiendo. No, si yo para distraida me pinto sola. Y alla me voy a leerte desde el principio.
¡Gracias Pon!
gracias gracias a todos por sus bellos comentarios.
Ojalá todos nuestros sueños estuvieran tan llenos de belleza e imaginación.
Los quiero mucho y les deseo miles de sueños hermosos.
Eres mágica repartiendo girasoles y ellos afortunados por ser los destinatarios.
Me pido un ramillete.
ya los tienes mi querida Ana.
Cada vez que entro aquí me quedo sin palabras y no se que decir...
Me dejas pensando, recordando.. Cierro los ojos y todo desaparece, solo es sentir.
2besos
Bello sueño,desde luego no se puede olvidar algo así,que bonito Dalia, y que suerte..Nunca dejes de soñar.
Besines.
Gracias mis queridos amigos por sus comentarios.
Este par están tan metidos en nuestra psique que sueños e imágenes tan bonitas como estas, son recurrentes en todos y cada uno de nosotros. Gracias Dalia.
Te imagino recordando el sueño, te imagino reviviendo las sensaciones... eso es lo más agradable de los sueños que tenemos al dormir, no el haberlos tenido, sino el placer de poder recordarlos, de revivir las sensaciones que nos provocaron.
Un bello sueño, con girasoles, calor, frío y un amor que nunca envejecerá.
Besos Ana y Juan Carlos, mi cariño para ustedes.
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