Siempre la misma rutina, tan simple y tan complicada a la vez.
Con el humo de la olorosa y negra esencia que jamas podría ocultar las miradas que se intentan esconder, las pupilas que se desviven por ver lo que el corazón ya no puede ocultar, lo que el alma quisiera gritar.
No hay pan, ni salado ni dulce, ni galletas ni biscochos, ni bollos ni manjares... solo el cafe negro y tus ojos asustados y húmedos escondidos bajo el viejo sombrero...
Sentados en el duro suelo. Los mosquitos zumban y los hierbajos son el asiento que el dia a dia nos trae.
El sol nos acompaña, y también el frio que siempre amenaza, siempre se impone.
Solo la hoguera nos separa. Y las barreras que nublan nuestras mentes.
Y así nos tomamos en café... juntos y separados... timidos y ansiosos... pero siempre juntos.